Welcome to "Sentimiento del Conocimiento". No me cansaré de daros las gracias por leer este, mi humilde blog. Hoy nos replanteamos el saber acerca de nuestro universo.
No podía ser de otra manera. El Universo, a pesar de que nuestros conocimientos sobre él aumentan cada día, sigue dando sorpresas. Nuevos y misteriosos objetos cuya mera existencia parece desafiar las leyes de la Física siguen apareciendo, a medida que los medios técnicos permiten a los astrónomos realizar observaciones más y más detalladas.
Al mismo tiempo, los cuerpos y estructuras celestes que creíamos conocer mejor demuestran que no era así en absoluto. Para los miles de investigadores que viven con la mirada clavada en el cielo, el asombro es el estado de ánimo habitual. Lejanas estrellas individuales, a miles de millones de años luz, liberan inexplicablemente más energía que miles de galaxias juntas. Pequeñas galaxias albergan en su centro monstruosos agujeros negros, los mayores jamás detectados; materia y energía oscuras, de las que poco se sabe aún y que dan cuenta del 96% de la masa total del Universo, dejando a la materia ordinaria, la que brilla en forma de estrellas y de la que nosotros estamos hechos, apenas el 4% restante.
Desde hace más de dos siglos, cientos de astrónomos de todo el mundo se reúnen periódicamente en el seno de la Sociedad Astronómica Americana, en Seattle, para hacer público el contenido de sus observaciones. Reseñamos a continuación algunos de los hallazgos más significativos. Andrómeda (es más grande). Los astrónomos han descubierto que Andrómeda, la galaxia vecina a la Vía Láctea, en la que nosotros vivimos, es en realidad cinco veces más grande de lo que se pensaba. Tanto, que las estrellas de su halo llegan incluso a superponerse con las del nuestro, dando lugar a una continuidad estelar que nadie esperaba. Andrómeda, en efecto, se encuentra a más de dos millones de años luz de distancia.
De las tres partes fundamentales de una galaxia, un núcleo con una densa población de estrellas, un disco y un halo, la tercera es, sin duda la más difícil de observar. Un equipo de la Universidad de California en Santa Cruz, sin embargo, ha conseguido detectar una población muy diseminada de gigantes rojas, enormes estrellas, menos brillantes que el Sol y en las últimas etapas de su evolución. Y estas estrellas rodean a Andrómeda hasta almenos una distancia de 500.000 años luz de su núcleo central. «Estoy absolutamente estupefacto por lo grande que es el halo», ha manifestado el profesor Puragra Guhathakurta, uno de los investigadores del estudio. «Según íbamos mirando más y más lejos, seguíamos encontrando estrellas del halo». Para lograr el éxito donde otros habían fracasado, el equipo tuvo que desarrollar una técnica que permite aislar las estrellas que realmente son de Andrómeda del resto que aparecen en el mismo campo visual. El primer quasar triple Otro importante anuncio realizado en la reunión de astrónomos de Seattle fue el descubrimiento del primer ejemplo de quasar triple.
Los quasares son los focos energéticos más poderosos del Universo y obtienen su energía de agujeros negros supermasivos. Al principio, los astrónomos, que usaron uno de los telescopios del observatorio Keck, en Hawaii, pensaron que la triple imagen se trataba de una ilusión óptica causada por la difracción de la luz. Pero un análisis más detallado reveló que, en realidad, se trataba de un sistema de tres agujeros negros. Pequeñas, pero matonas Los agujeros negros supermasivos suelen ocupar el centro de muchas, pero no de todas las grandes galaxias. Pero los astrónomos no se explican el motivo por el que también las galaxias más pequeñas tienden a albergar en su interior a estos auténticos monstruos espaciales. Es el caso de VCC128, una diminuta galaxia (con apenas el 1% de la masa de la Vía Láctea) que se encuentra a 54 millones de años luz de nosotros, en el cúmulo de Virgo.
Se trata, según Victor Debattista, de la Universidad de Washington, «de la galaxia más pequeña hallada hasta ahora con un agujero negro supermasivo en su centro» Durante estos días, el geólogo Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad de Washington, expuso también su particular teoría de que las sondas Viking, que aterrizaron en Marte en 1976, sí que encontraron allí algunas formas de vida, pero no del tipo que esperaban, lo que dio como resultado que las destruyeran sin querer durante el proceso de análisis de los materiales. Según el científico, las naves no estaban equipadas para encontrarse con la forma de vida que finalmente hallaron y, sencillamente, no la identificaron como tal.
Possible or Impossible?, that is the question about our Universe.
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