Queridos amigos del Sentimiento del Conocimiento, en esta ocasión vamos a irnos a un lugar muy exótico y misterioso, del que se ha escrito mucho, pero del que se sabe menos de lo que quisiéramos saber, Egipto es una de las maravillas de nuestro mundo conocido por su mitología e ingeniería...por cierto hoy 8 de marzo es el día de la mujer y desde aquí deseamos a todas un feliz día, que la igualdad sea real y efectiva, además del respeto entre hombres y mujeres en una sociedad tolerante...ahora vamos con el superviaje que nos hemos marcado, entre febrero y marzo, de este gran año 2025...cómo dijo el gran historiador y geógrafo griego Heródoto: "Egipto posee más maravillas que cualquier otro país del mundo y ofrece más obras que desafían cualquier descripción que cualquier otro lugar"...
Como todo viaje épico, vamos a empezar por el origen, es decir, la salida desde el aeropuerto de Madrid hacia Luxor, teníamos 4062 km de distancia y estábamos mentalizados de que iba a ser una de nuestras mejores experiencias en la vida. Embarcamos en nuestro avión de las líneas aéreas egipcias y emprendimos la aventura más apasionante vivida hasta la fecha con mucha ilusión. Tanto el vuelo como la atención fueron muy buenas, e incluso nos dieron a medio camino, que duraba 4 horas en total, un detalle para recuperar fuerzas...
Desde que probamos ese "tentempié" supimos que nos adentrábamos en una cultura y costumbres muy diferentes a la occidental, ya que a los egipcios les gusta mucho el arroz, zumos de frutas y las especias con un toque picante. Sirvieron unas albóndigas riquísimas, además de un bollito de leche, un quesito con panecillo y alguna sorpresa más que nos cargó las pilas para poder llegar en óptimas condiciones al destino soñado...hay que decir que lo peor de los viajes es la espera hasta que sale el vuelo, que se puede hacer eterna si no se sabe bien administrar el tiempo en cualquier cosa, como por ejemplo, en escuchar buena música...os recomendamos la discografía completa de Gamma Ray, donde hay una canción dedicada a Egipto llamada "Valley of the Kings"...un abrazo para nuestro gran amigo Kai Hansen...
El despegue fue aproximadamente a las 13,15 horas del lunes 24 de febrero y llegamos a Luxor sobre las 17,15, pero se suma una hora y fueron las 18,15 horas. Como hemos comentado anteriormente un viaje muy suave, sin turbulencias ni cosas raras que pudieran distorsionar la comodidad del sueño egipcio. Se pasó volando el tiempo, nunca mejor dicho, y además de trasladarnos de país, también lo hicimos de clima, ya que en España hacía una temperatura de 14 grados y en Egipto rondaba entre 23 y 25, vamos como en Canarias, por eso es temporada alta y los precios de las agencias rondan entre 1500 y 2100 euros en esta época, en contraposición a los 900 a 1200 en los meses de verano que pueden llegar a alcanzar unas temperaturas entre 40 y 60 grados...tú eliges la temporada, pero cuidado con la de verano y sus golpes de calor...puede ser peligrosa. Nosotros elegimos una moderada para disfrutar apasionadamente de las excursiones...
En cuanto llegamos a Egipto e hicimos los trámites de visado y demás en el Aeropuerto de Luxor, nos fuimos directamente a tomar un crucero que nos llevara por el Nilo durante cuatro días a ver todo lo que escondía este río tan legendario, el nombre de la "motonave", que es así como llaman al barco que nos transportó, era "Al Nabilatan", muy cómodo y espacioso, además conocimos a nuestro guía más directamente que en el aeropuerto, su nombre Rachidi (un egiptólogo muy competente que nos guió a través de toda la mitología y secretos de los faraones). En el paquete que se contrató entraba desayuno, comida, té o café (con pastas) por la tarde y cena...todo 100% egipcio.
Nuestro gran guía y egiptólogo Rachidi "the great" nos explicó que El Valle de los Reyes, es una necrópolis del antiguo Egipto, en las cercanías de Luxor, donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo (dinastías XVIII, XIX y XX), y de algunos animales. Popularmente era conocido por los egipcios como "Ta-sekhet-ma'at" (El gran campo). Forma parte del conjunto denominado "Antigua Tebas", con sus necrópolis, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Se encuentra situado en la zona desértica (Desheret o Tierra Roja), de la orilla occidental del Nilo, frente a Tebas (moderna Luxor), en el corazón de la Necrópollis. El valle se compone de dos divisiones, el Valle Este, donde se encuentran las tumbas enumeradas con el código KV (King's Valley), y el Valle Oeste, con las tumbas designadas con WV (West Valley).
El valle está dominado por la colina con forma de pirámide que los egipcios llamaban "Dehenet-Imenet" «la Cima Occidente», actualmente "el-Qurn", allí moraba la diosa cobra Meretseger (la que ama el silencio), protectora de la necrópolis. Esta pirámide natural y los hipogeos del Valle recuerdan los antiguos entrerramientos en las grandes pirámides de Menfis. Por otra parte, el lugar está místicamente relacionado con los grandes templos de Tebas, en la orilla oriental del Nilo. Trazando una línea recta desde el templo de Karnak hacia el oeste, tras cruzar el río alcanza Deir el-Bahari con el templo de Hatshepsut y finalmente el Valle de los Reyes, materalizándose así la dualidad oriente-occidente característica de la cosmología egipcia: el este, lugar del nacimiento del sol, es el asiento de la vida, la «Tierra Negra» fértil (Kemet), territorio de Horus, dios del equilibrio y el orden, creador de la civilización egipcia; por el contrario, el oeste, por donde el sol se pone, es la «Tierra Roja» estéril, desértica, dominio de Seth el señor del inframundo y dios de los muertos.
Varias tumbas del Valle de los Reyes permanecieron abiertas desde la Antigüedad. Estas serían objeto de visita por parte de turistas griegos y romanos, que no dudaron en inscribir sus nombres en las salas de tales tumbas, e incluso luego los cristianos habitarían en ellas, en el caso de algunos ermitaños coptos. Sería con la conquista de los musulmanes cuando el valle se sumió en el silencio, pues estos directamente lo ignoraron, considerándolo algo ajeno e innecesario. Muy pocos viajeros europeos harían aparición en el Valle hasta la llegada de la expedición francesa de Napoleón en 1799, cuyo grupo de historiadores exploraría y cartografiaría el lugar por primera vez e incluso indentificaría algunas tumbas que permanecían olvidadas, como la de Amenhotep III.
Sería en 1922 cuando el Valle de los Reyes desvelará su secreto mejor guardado, la celebérrima tumba de Tutankamón, el rey-niño de la dinastía XVIII. Llena de tesoros jamás soñados, es sin competidor posible, el hallazgo más importante de la arqueología del siglo XX, y el comienzo de la egiptomanía que aún se siente en la sociedad. pero no sería el fin del Valle de los Reyes: aunque ya es muy improbable la existencia de una tumba de esas características escondida en el valle (sobre todo porque ya han sido hallados casi todos los faraones), comienza la labor documental. Ya no se excava en busca de tesoros, sino de información.
El presente del Valle de los Reyes es el desescombro de algunas tumbas y el redescubrimiento de algunas que se han vuelto a perder desde el siglo XIX. Actualmente se están produciendo labores de restauración así como de facilitar el acceso a los turistas al lugar. No todas las tumbas están abiertas al público, pero sí las que despiertan mayor interés por sus bellísimas pinturas. Los sepulcros que más están dando que hablar hoy en día son, con diferencia, tres en especial:
La tumba 5, que está siendo desescombrada, podría ser la más grande de todo el Valle. Las últimas investigaciones, así como el hallazgo de algunos cuerpos, parecen indicar que allí pudieron ser enterrados gran parte de los más de 150 hijos del faraón Ramsés II el Grande, lo que le convertiría en la tumba colectiva más grande del mundo. La tumba 55, que aunque ya no tiene ningún secreto que mostrar, despertó el interés mucho tiempo, ya que se ignoraba la identidad del cuerpo hallado en ella y el verdadero destinatario del sepulcro. Tras la tumba de Tutankamón, es la que más ríos de tinta ha vertido. Se ha pensado que la tumba 55 estaba destinada a la gran esposa real Tiy, pero que el cuerpo allí hallado podría pertenecer al faraón Ajenatón o a su corregente tan poco conocido, Semenejkara.
Los análisis de ADN realizados en 2010 revelaron que, en efecto, los restos pertenecían al célebre rey hereje. La tumba 63 es una de las grandes esperanzas de la egiptología para poner algo de luz en el complicado periodo de los reinados de Ajenatón a Horemheb. Su hallazgo en 2005 demostró que los secretos del Valle de los Reyes aún no estaban agotados y el descubrimiento de varios sarcófagos (vacíos) mostró que se utilizó como un escondrijo de momias. Muy cerca se descubrió en 2012 la KV 64, que perteneció a una princesa de la XVIII dinastía; saqueada y tirados los restos de su moradora en un rincón, fue reutilizada en el siglo IX a. C, como tumba para una sacerdotisa cantora del templo de Karnak, cuyo sarcófago intacto con su momia reposaba al fondo de la cámara.
La siguiente parada en el camino la hicimos en el Templo de la Reina Hatshepsut, primera faraona de Egipto y de mucha importancia histórica. Conocido como Djeser-Djeseru (el sublime de los sublimes), se encuentra en el complejo de Deir el Bahari, sobre la franja occidental del río Nilo, cerca del Valle de los Reyes. Este templo funerario fue construido en honor a Amon-Ra, el Dios del Sol, y está ubicado junto al templo funerario de Mentuhotep II. Es considerado "uno de los monumentos incomparables del Antiguo Egipto".
El canciller, arquitecto real y posible amante de Hatshepsut, Senemut, vigiló la construcción y probablemente diseñó el templo. Aunque el templo funerario adyacente de Mentuhotep se utilizó como modelo, las dos estructuras difieren en muchas de sus características. El templo de Hatshepsut posee tres terrazas con columnatas de gran tamaño que lo diferencia de la estructura centralizada del modelo de Mentuhotep, una anomalía que pudo haber sido causada por la ubicación descentralizada de su cámara funeraria.
Las terrazas escalonadas alcanzan los 30 metros de altura. Cada nivel está conformado por columnatas de pilares de caliza de sección cuadrada, precedidos por estatuas osiríacas. La capilla de Anubis, en la zona nordeste del templo, posee columnas de sección poligonal, de estilo protodórico. Estas terrazas están conectadas por una gran rampa central, que en la antigüedad estaba flanqueada por jardines de plantas exóticas traídas del Punt, tales como árboles de incienso y mirra. La capilla de Hathor, en la zona sudeste del templo, tiene pilares con capiteles hatóricos.
La forma escalonada del de Hatshepsut se corresponde con la clásica forma tebana, con elementos arquitectónicos tales como pilonos, tribunales de justicia, salas hipóstilas, patios al aire libre, capillas y santuarios. El eje principal del templo tiene un acimut de, aproximadamente, 116 1/2 º, alineándose con el orto solar durante el solsticio de invierno, una efeméride astronómica que actualmente ocurre hacia el 21 o 22 de diciembre de cada año. La luz solar se adentra en las capillas excavadas en el interior de la montaña tebana. Además, un sistema de cajas de luz permite que se ilumine, sucesivamente, una representación del dios Amón-Ra, en segundo lugar, una figura arrodillada del faraón Tutmosis III y, finalmente, la imagen del dios del Nilo, Hapi.
A mayores, 41 días antes y 41 días después del solsticio de invierno, una segunda caja de luz permite que la luz solar se interne hasta la cámara más profunda, ampliada y renovada en la época ptolemaica, en la que existe constancia de un culto a personajes históricos deificados, como Imhotep, el arquitecto responsable de la construcción de la Pirámide escalonada de Zoser, y Amenhotep (hijo de Hapu), el supervisor de las obras del faraón Amenofis III. La alineación solsticial estaría relacionada con el solapamiento, en esa fecha, del sol con la constelación egipcia del carnero con el sol, sincretizados bajo la figura de Amón-Ra, el padre celestial de Hatshepsut: se trataría, entonces, de la manifestación física de la teogamia. Nueve meses después, en el equinocio de otoño, la Fiesta de Opet marcaría el nacimiento faraónico. En cuanto a la alineación de primeros de febrero, reflejaría el momento en que Amón-Ra pronunció el oráculo que valió para entronizar a Hatshepsut como reina-faraón...
Egypt has amazing secrets...to be continued
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