El SDC se introduce en un mundo peligroso dentro de la temática sobre la salud, que no es otro que el de la pornografía y su adicción en la actualidad. Por cierto, y antes de abordar este complicado capítulo, ¿estáis todos, todas, todes y tudus bien?, desde este humilde blog, os deseamos lo mejor y ahora vamos con el controvertido capítulo de este mes de agosto...el porno y sus efectos sobre la salud.
Hasta donde alcanzan nuestros conocimientos en historia, la pornografía siempre ha existido y se ha transformado con la evolución de los medios de expresión. En las ruinas de la ciudad romana de Pompeya, sepultada tras la erupción del Vesubio, se encontraron cientos de frescos y esculturas sexualmente explícitas. Desde la aparición de internet, el consumo pornográfico se ha disparado hasta niveles asombrosos.
Si bien la ciencia está dando aún sus primeros pasos en la investigación de las consecuencias neurológicas del consumo de porno, está claro que la salud mental y la actividad sexual de su amplia audiencia están experimentando efectos sumamente negativos, entre los que se pueden identificar la depresión y la disfunción eréctil. Las explosiones de placer y recompensa, cuando son antinaturales, generan potentes niveles también antinaturales de habituación en el cerebro.
El psiquiatra Norman Doidge lo explica así: "la pornografía satisface cada uno de los requisitos previos para el cambio neuroplástico. Cuando los pornógrafos se jactan de que están yendo un paso más allá al introducir temáticas nuevas y más fuertes, obvian que deben hacerlo porque sus clientes están desarrollando una tolerancia al contenido habitual".
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