sábado, 10 de febrero de 2018

Cataluña es España


Bienvenidos amigos a una nueva aventura a través de este humilde blog llamado Sentimiento del Conocimiento (SDC). En esta ocasión vamos a desgranar una región que siempre está en el punto de mira político e histórico. Abróchense los cinturones que nos vamos a Cataluña (mucho cuidado porque podría haber turbulencias)...


Cataluña es un territorio español situado en el noreste de la península ibérica formado inicialmente a partir de los condados que formaban la Marca Hispánica del Imperio Carolingio y cuya extensión y unidad fue completándose a lo largo de la Edad Media. Tras la unión dinástica del condado de Barcelona y el Reino de Aragón en el siglo XII, los territorios catalanes se constituyeron en parte integrante de la Corona de Aragón, alcanzando una notable preponderancia marítima y comercial a finales del período medieval.


Actualmente, la palabra Cataluña se emplea habitualmente para referirse a la comunidad autónoma del mismo nombre situada en España, mientras que tanto las instituciones culturales, tales como el Instituto de Estudios Catalanes y la Universidad de Perpiñán, como medios de comunicación catalanes, hablan de Cataluña Norte para hacer referencia al Rosellón, la región integrada en el Departamento de los Pirineos Orientales de Francia.



Respecto al origen, se puede puntualizar que los primeros pobladores del territorio que actualmente ocupa Cataluña se remontaban a los inicios del Paleolítico Medio. Los restos más antiguos descubiertos corresponden a la mandíbula de un individuo del género Homo (especie incierta) encontrada en Bañolas, de unos 66000 o 7000 años de antigüedad.


Sobre la edad antigua se puede decir que está caracterizada, en una primera etapa, por la confluencia de diferentes culturas colonizadoras en el actual territorio catalán, en particular la griega y la cartaginesa, que darán lugar a la formación, como en el resto de la península, de la cultura ibérica.


La segunda etapa de la historia antigua de Cataluña corresponde al período de romanización, iniciado en el siglo III a.C. La llegada de los romanos a la península ibérica tuvo lugar en el 218 a.C., con el desembarco de Cneo Cornelio Escipión en Emporion, la actual Ampurias, con el objetivo de cortar las fuentes de aprovisionamiento de los ejércitos del general cartaginés Aníbal durante la segunda guerra púnica. La principal base de operaciones de los romanos durante la guerra, y primer núcleo de romanización en la península fue la ciudad de Tarraco, actual Tarragona.


En el siglo V, se produce la invasión generalizada del Imperio romano por parte de los pueblos germánicos. El pueblo germano de los visigodos que había obtenido permiso para entrar en el Imperio y colaborar en la defensa de los limites en la actual Bulgaria como aliados romanos; fueron liderados por Ataúlfo tras la situación de marginación dentro de la sociedad romana y de extrema pobreza de este grupo étnico.



Los visigodos dominaron el territorio hasta inicios del siglo VIII, cuando en mitad de una guerra civil por la sucesión del reino (que entonces ya abarcaba toda la península ibérica), una de las partes llama a la potencia emergente, el Imperio Omeya, en busca de ayuda y para que decidiera la guerra a su favor. Los musulmanes ya ocupaban todo el norte de África y su imperio se extendía hasta la India.



En el 718, la conquista musulmana de la península ibérica llegó al noreste de la península y el poder musulmán se extendía por la Galia ya desde 719, Narbona, Carcasona, hasta Tolosa, e incluso Burdeos, en una continuada expansión hasta centro-Europa. La posterior reacción carolingia liderada por Carlos Martel, duque de Eudes, con su poderoso ejército de caballería pesada (con cotas de malla), puso freno a la expansión musulmana por Europa en la batalla de Toulouse en 721, y los hizo retroceder a raíz de la batalla de Poitiers en el 732, llegando a liberar Narbona en 759 por Pipino el Breve.



La reacción continuó con el proceso de crear una marca defensiva que sirviese de frontera meridional para el Imperio carolingio. Esto supuso la ocupación por los francos durante el último cuarto del siglo VIII de las actuales comarcas pirenaicas, de Gerona y, en el 801, de Barcelona, tras la cual se formó una región fronteriza que seguía aproximadamente el curso de los ríos Llobregat, Cardener y el curso medio del Segre. Los dominios del Imperio carolingio delimitados por esta área fronteriza con Al-Ándalus y los Pirineos serían conocidos con el nombre de Marca Hispánica.



A finales del siglo IX, el monarca carolingio Carlos el Calvo designó a Wilfredo el Velloso, un noble descendiente de una familia del Conflent, conde de Cerdaña y Urgel (870), y conde de Barcelona y Gerona (878), lo cual suponía la reunión bajo su mando de buena parte del territorio de la Marca Hispánica. Wilfredo fue el primer conde en transmitir el gobierno de sus territorios directamente a sus descendientes, debido a la crisis en que estaba sumido el Imperio y al consiguiente aumento del poder de los gobernantes locales en los territorios fronterizos. 



Durante el siglo X, los condados se convirtieron en verdaderos condados independientes del poder carolingio, según el poder central del Imperio se debilitaba, y las guerras civiles, de sucesión, hacían su trabajo de desgaste, un hecho que el conde Borrell II oficializó en el 987 al no prestar juramento al primer monarca de la dinastía de los Capeto. Así, durante los siglos IX y X se creó una sociedad donde predominaban pequeños propietarios libres, llamados aloers, enmarcados en una sociedad agraria donde cada núcleo familiar producía lo que consumía, generando muy pocos excedentes, y típica de la Edad Media.



Bajo el gobierno del conde Ramón Berenguer IV (1131-1162), se produjeron diferentes hechos fundamentales para la historia de Cataluña. El primero, su boda con Petronila de Aragón, lo que supuso la unión dinástica, del condado de Barcelona y del Reino de Aragón, por lo que con el tiempo el territorio común sería controlado por la Corona de Aragón. Como consecuencia de tal tipo de unión, los reinos, Estados, dominios o títulos así unidos no fueron integrados o fusionados, sino que las mismas personas poseían cada uno de ellos en forma independiente; y, por lo general los dominios del título mantenían sus propias instituciones y legislación (particularismo).



El reinado de Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) se caracterizó por graves tensiones bélicas, entre las que se cuentan la anexión del reino de Mallorca, el sofocamiento de una rebelión sarda, de la rebelión de los unionistas aragoneses y valencianos y, sobre todo, la guerra con Castilla. Estos episodios generaron una delicada situación financiera, en un marco de crisis demográfica y económica, pero también un poderoso desarrollo institucional y legislativo, en el que destaca la creación de la Diputación General de Cataluña o Generalidad de Cataluña (1365).



El matrimonio de Fernando II de Aragón con Isabel la Católica, reina de Castilla, celebrado en Valladolid en 1469, condujo a la Corona de Aragón a una unión dinástica con Castilla, efectiva a su muerte, en 1516, pero ambos reinos conservaron sus instituciones políticas y mantuvieron las cortes, las leyes, las administraciones públicas y la moneda propias. Sería Fernando II de Aragón, el Católico, quien, con la sentencia arbitral de Guadalupe resolvió el conflicto remensa en 1486, reformó en profundidad las instituciones catalanas, recuperó pacíficamente los condados catalanes del norte y amplió la actuación de la corona sobre Italia.



Debemos de dar un gran salto para situarnos en 1808, donde nos encontramos una Cataluña ocupada por las tropas de Napoleón. El 26 de enero de 1812, Cataluña fue incorporada al Imperio Francés y dividida en 4 departamentos: Bouches-de-l'Ebre, Montserrat, Sègre y Ter.  Al igual que en el resto de España, la mayoría de la población catalana se rebela contra la ocupación. Entre los hechos de armas destacan la batalla del Bruch y los tres asedios a que es sometida Gerona, defendida en el tercer sitio por sus habitantes bajo la dirección del general Álvarez de Castro, ayudado externamente por el capitán Juan Claros y sus 2500 hombres.



Durante el reinado de Fernando VII (1808-1833) se sucedieron diversas sublevaciones en territorio catalán y tras su muerte, el conflicto por la sucesión entre el infante Carlos María Isidro y los partidarios de Isabel II dio lugar a la primera guerra carlista que se prolongaría hasta 1840 y que sería especialmente virulenta en territorio catalán. La victoria de los liberales sobre los carlistas dio pie al desarrollo de la revolución burguesa bajo el reinado de Isabel II.



El siglo XIX ve la primera vertebración del catalanismo como un movimiento político. En este proceso destacaron tres sectores principales:

1. El Republicanismo federal. Liderado por Valentí Almirall con la publicación del Diario Catalán y la obra Lo catalanisme.
2. La Iglesia, a través del movimiento encabezado por Torras i Bages y la colaboración de Jacinto Verdaguer. La publicación más destacada de este periodo es "la veu de Montserrat".
3. Los intelectuales, mediante el grupo liderado por Ángel Guimerà y la revista "la Renaixença".

En 1880 tiene lugar el Primer Congreso Catalanista. Reclaman una escuela en lengua catalana para transmitir la cultura y la lengua. Esta demanda tiene una primera respuesta en 1882 con la creación del Centro Catalán, constituido por Valentí Almirall.



Paralelamente al rebrote del catalanismo, en todo el Estado surge una nueva manera de entender el Estado Español: el federalismo. Francesc Pi i Margall, un catalán instalado en Madrid y uno de los presidentes de la Primera República Española fue el gran ideólogo del federalismo en España, que definía que sólo el pacto federal libremente establecido entre las diversas regiones españolas podía garantizar el respeto total a la realidad plural del Estado.



En el siglo XX y el franquismo (1939-1975) supuso en Cataluña, como en el resto de España, la anulación de las libertades democráticas, la prohibición y persecución de los partidos políticos (salvo Falange Española Tradicionalista y de las JONS), la clausura de la prensa no adscrita a la dictadura militar y la eliminación de las entidades de izquierdas.



Con la muerte del General Franco, se inició el periodo conocido como transición democrática, a lo largo del cual se irían alcanzando las libertades básicas, consagradas por la Constitución Española de 1978. En ella se reconoce la existencia de comunidades autónomas dentro de España, lo que da lugar a la formulación del Estado de las Autonomías. Tras las primeras elecciones generales, en 1977, se restauró provisionalmente la Generalitat, gracias al impulso de la sociedad civil catalana (representada por la masiva manifestación que tuvo lugar en Barcelona el 11 de septiembre de ese año) y la iniciativa del Gobierno de Adolfo Suárez, apoyada por el rey y las altas instancias del Estado.



Uno de los fenómenos más notorios en la primera década del siglo XXI fue el incremento de población de origen foráneo en Cataluña. El número de personas nacidas en el extranjero se incrementó de menos del 3% en 2000 a cerca del 15% en 2010. El 16 de septiembre del 2005, la ICANN aprobó oficialemtne el .cat, el primer dominio para una comunidad lingüística. Por otra parte, influido por la presión callejera ante el malestar social y el creciente independentismo plasmado en la mayor manifestación de la historia de Cataluña en el el 11 de septiembre de 2012 y que pedía la independencia de Cataluña, el presidente Artur Mas convocó unas nuevas elecciones, confiando en una posible mayoría absoluta para convocar un referéndum por la autodeterminación de Cataluña.





El 27 de septiembre de 2015 se celebraron unas nuevas elecciones autonómicas que las fuerzas independentistas denominaron "plebiscitarias". Las consecuencias políticas del proceso independentista produjeron la ruptura de CiU y la integración de CDC y ERC en una coalición llamada Junts per Sí, ganadora de las elecciones pero sin mayoría absoluta. Las dos nuevas fuerzas emergentes de Cataluña fueron Ciudadanos (primera fuerza de la oposición por delante del PP y PSC) y CUP (llave de la gobernabilidad en el nuevo Parlament). Después vendrá la polémica por la aplicación del 155, Puigdemont y otras nuevas elecciones...



Once upon a time...Catalonia